¿Cómo es trabajar en un crucero? El mixólogo Jordy Vives nos cuenta

mi experiencia bartender crucero 1

En uno de nuestros posts previos, el sommelier y mixólogo Jordy Vives, instructor del Curso de Formación de Bartenders en Váutika, nos habló de cómo fue su incursión en el mundo de las bebidas y también de su formación académica, de su pasión por los destilados y los vinos, así como de su gusto por expandir sus conocimientos y compartirlos.

En esta nueva entrega, el mixólogo Jordy Vives nos cuenta cómo fue su experiencia laboral con Royal Caribbean entre los años 2003 y 2013. ¡Sigue leyendo! Sus anécdotas son súper interesantes y útiles, sobre todo si estás pensando trabajar en un crucero como bartender.

El mixólogo Jordy Vives nos cuenta cómo fue para él trabajar en un crucero

¿Cómo entraste a trabajar a Royal Caribbean, Jordy?


El ambiente de fiesta, lo primero que llamó mi atención

Cuando estaba estudiando un diplomado en Canadá (1999), vi un crucero de Royal Caribbean atracado en el muelle de Vancouver. Me llamó mucho la atención porque me tocó observar un sailaway party, esas fiestas que se organizan en cubierta antes de que zarpe el barco. ¡Me fascinó ver a los pasajeros y a la tripulación divirtiéndose!


Mi primer encuentro con Persohotel

Tiempo después, luego de llegar a su fin mi relación laboral con un restaurante de Playa del Carmen (2003), una conocida me comentó que había visto un anuncio de reclutamiento de Persohotel en el periódico. A ella le había platicado de mi experiencia en Vancouver y de mi sueño de trabajar en un crucero. Me recomendó postularme y acudí a mi entrevista inicial con José Manuel, director de Persohotel. En ese entonces, ellos tenían su oficina en Plaza Bonita, en el centro de Cancún.


Mi entrevista con Royal Caribbean

Recuerdo que cuando me examinó la gente de Royal Caribbean, yo sabía que no dominaba la barra. Ofrecía un servicio amable, carismático, atraía a la gente y hacía buenas ventas, pero no estaba al 100% en otras habilidades, como inventarios, por ejemplo. Era consciente de que me hacía falta técnica y profesionalizarme más.

El mixólogo Jordy Vives nos cuenta que se sinceró con su entrevistador y le hizo saber que había trabajado en barras de bares, restaurantes y hoteles de la 5ta Avenida de Playa del Carmen, pero en esos lugares los gerentes regularmente inventan o deforman los nombres de los cocteles. “¡Solo conocía alguno que otro coctel internacional de los que me pidieron preparar! Algo así como 4 de 7”, nos contó.

“Hice un buen “clic” con mi entrevistador, un hombre de la India. En confianza le comenté que estaba en la fase última de contratación con el Hilton de Los Cabos. “¿Por qué no te fuiste a Los Cabos?”, me preguntó. “Por ustedes”, le respondí. “Me interesa más trabajar en un crucero que con Hilton”. El director de Persohotel, quien estaba presente en el área de entrevistas, me dijo que me había ido muy bien y que había conseguido el “OK” de Royal Caribbean. Tres meses después, abordé en Miami el “Explorer of the Seas” como parte de la tripulación.”


¿Cómo fue trabajar para Royal Caribbean por casi 10 años?


Comencé con el pie izquierdo

Tuve una experiencia bastante amarga de inicio. En el vuelo de Cancún a Miami coincidimos en el mismo vuelo un chico que iba a trabajar en el “Navigator” y yo. Juntos llegamos al Aeropuerto Internacional de Miami a la medianoche.

Cuando ubicamos el shuttle para llegar al hotel Radisson, le mostramos al conductor nuestras cartas de la naviera en la que estaba indicado que nos debían dar una habitación. Sin embargo, él nos informó que ya no había ninguna disponible. De cualquier modo, nos llevó hasta el lobby de la propiedad y solo gracias a que habló con la gente de recepción, nos consiguieron una habitación en el Hilton. Tuvimos que pagar un taxi carísimo hasta nuestro nuevo hotel y bajamos a cenar algo al restaurante. Volvimos a la habitación y caímos rendidos hasta el día siguiente.


¡Sorpresa! Estábamos por nuestra cuenta

“¿A qué hora nos van a llamar para irnos?”, “¿A qué hora viene nuestro shuttle?”, nos preguntamos a la mañana siguiente. Nos habían dado un número telefónico para comunicarnos en caso de cualquier eventualidad, pero quizás porque era domingo, nadie atendió nuestra llamada. No sabíamos qué hacer y por más que preguntamos a todo el personal, nadie tenía idea de qué procedía.

En el hotel nos dio la 1 p.m. ¡Tendríamos que haber estado a las 10 a.m. en nuestros respectivos barcos! Juntamos el dinero que teníamos y pagamos un taxi para que nos llevara al puerto.


“¿Tú qué haces aquí?”

Una vez frente al enorme barco, totalmente desorientado, me formé para abordar junto con los pasajeros. El personal de seguridad me preguntó qué hacía ahí y les expliqué lo qué había pasado. Logré entrar al crucero a eso de las 3 p.m. ¡Tardísimo!

Nadie me recibió ni me dio indicaciones, supongo que asumieron que no me había presentado y ya. Alguien de la tripulación me indicó mi número de camarote, me entregó mi llave y me dijo que me comunicara con mis supervisores. Un crew member que me vio muy perdido me ayudó a encontrar mi camarote. Ahí encontré a mi compañero de cuarto, un chileno, quien sin muchas ganas me saludó, me dijo que mi cama era la de la litera de arriba y ya.


Sin indicaciones ni saber adónde dirigirme, decidí acostarme un rato. Al poco tiempo regresó mi compañero de cuarto y me dijo: “¿Qué no vas a trabajar hoy? ¡Ya deberías estar trabajando!”. “Sí”, le respondí. “Pero nadie me ha explicado nada. ¡Ni siquiera tengo uniformes!”. “Nadie te va a explicar nada, solo eso te digo”, comentó y salió dando un portazo.


Volvió más tarde y me hizo la misma observación, pero esa última vez logré que me diera los números telefónicos de tres head bartenders. “Con alguno de ellos te entiendes”, me dijo. Hablé primero con uno de St. Vincent y no le entendí más que un “OK”. Intenté con otro número y me contestó un hindú de nombre Peter Nazareth. Le expliqué que estaba bien perdido y no sabía qué hacer. Él me contestó que estaba ocupado, me recomendó que me quedara en mi camarote y al día siguiente se encargaría de mí.


A la mañana siguiente, con la guía de Peter recogí uniformes y me incorporé a mis labores. En ese entonces te daban una bienvenida de hard time, como le llaman. Por mi entrada atropellada al barco fui mal juzgado y desde la gerencia hasta mis compañeros me preguntaban qué hacía ahí, comentaban que solo había subido al barco a holgazanear y cosas por el estilo.


“Tú no sirves para esto, ¡mejor vete!”

Recibí un bullying tremendo por una especie de mafia caribeña en la tripulación y ese fue el “tono” de todo mi primer contrato. Llegó un momento en el que tuve que decidir entre bajar del barco o demostrar el valor de mi trabajo. Elegí la segunda opción y aún así me tuve que tragar varios desaguisados con los caribeños… demasiados. Eventualmente me gané el respeto de los compañeros, pero aún me faltaba la gerencia.

Solo éramos 3 mexicanos en el barco, una pareja de assistant waiters y yo. Cuando hice contacto con un grupo de hondureños en el crew, aumentó mi calidad de vida. Entablé amistad con un chico de Colombia y mejoró mi relación con mi compañero de cuarto.


Final warning

Tres semanas antes de que terminara mi contrato tuve un problema grave en el barco a partir de un error procedimental mío. Llevé cervezas de un bar a otro sin hacer la recolección y eso fue malintencionadamente reportado como robo de insumos. ¡Fui llevado a juicio en el barco!

En el juicio tenía en contra a la gerencia, a recursos humanos y al personal de seguridad. Afortunadamente, el capitán Carlos Pevicini se dio cuenta de que había algo raro, me permitió explicarle en español la situación y me dejó continuar en el barco con un final warning. Me dijo, “piensa bien si quieres regresar a un segundo contrato, porque tu labor deberá ser impecable. No vas a poder cometer otro error así.”

Lo medité tres meses de fiesta. Cuando se me acabó el dinero dije, “Sí, ¡pues vamos a hacer las cosas perfectas!”.


Segundo contrato con Royal Caribbean

Para el segundo contrato entré con final warning, así que no cambió mucho la cosa. Me la seguí pasando un poco mal, me daban malos bares, no podía reclamar, me asignaban los peores horarios. Con todo y todo, aguanté.


El momento de brillar del mixólogo Jordy Vives Ochoa

Para mi tercer contrato entró un asistente de gerencia de nombre Kiram Moore, ¡y ahí fue cuando vi la luz! Él me dio la oportunidad de demostrar que podía ser uno de los mejores bartenders del crucero. Me empecé a llenar de ventas, de rating y de todo. Aprovechando que me ponían en buenos bares, no me quedó otra que “derrotar” en todo a los compañeros que tuviera al lado en la barra, pues en Royal Caribbean los bares regularmente tienen dos bartenders.

Mi consigna a partir de ese momento fue siempre estar encima de todo respecto a mi compañero de barra y después buscar los primeros lugares en todo a nivel bar.

Por cierto, al gerente que me acusó de robo, el capitán Carlos Pevicini eventualmente le dio un final warning por actuar parcialmente en contra de los latinos y en favor de los caribeños. Así que a partir de ahí, Kiram Moore se encargó de casi todas las labores de la gerencia. Bajo su tutela fue que me integré al equipo de aperturas y abrimos el Freedom Class en Finlandia. Me eligieron entre los mejores para abrir una clase. ¡Fue una gran experiencia!


Liberty of the Seas

Después de mi experiencia con el equipo de aperturas, me quedé en el “Liberty of the Seas” 5 años. Hice mi último contrato con Royal Caribbean a bordo del “Navigator of the Seas”. Otros proyectos demandaban mi atención en tierra, así que volví a casa.


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